jueves, 20 de noviembre de 2008

Bancos de la calle Bradley

Señores de la Asamblea:

He leído varias opiniones sobre lo sucedido con los bancos de hormigón de la calle Bradley, y en mis periódicas caminatas por la misma, concluí que, la falta de los bancos, es casi una pintura realista de nuestra sociedad.
Todos y cada uno de los cómodos asientos para los cansados transeúntes, faltan en la zona más habitada y antigua de dicha calle, ¿raro no? Raro que ningún vecino frentísta se queje del vandalismo, raro que ningún vecino haya escuchado nada de tan terrible tarea, como destruir con una maza 8 cuadras de bancos, es más, el lugar luce tranquilo, como deseado.
Por el contrario, desde la calle Finocchietti, perpendicular a Bradley, hasta la Márquez, todos los bancos nos esperan, con los brazos abiertos al descanso, ¿raro no? Es la zona más deshabitada, la zona que, para algunas mentes, se presta a la “violencia sin sentido de los marginales”. La zona que es plantada y cuidada por la Asociación Ambientalista Oasis de Pablo Podestá, por chicos humildes que aprenden el oficio, que hermosean el camino para nuestro solaz, desbrozan las malezas, podan con sabiduría los retoños, transplantan árboles añosos en el crepúsculo, cubren los troncos a ras de la tierra para que no se dañen, En contraste, en el otro extremo de la calle, la sociedad bien comida, los de las casas de techo de tejas, con certeza, una minoría, se confabula para destruir el esfuerzo de la comunidad, de noche, en silencio, con violencia, con vergüenza, como debe ser.

María Inés

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